obesidad

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Como es bien conocido, el problema de la obesidad es uno de los graves conflictos de salud que debe resolver la sociedad occidental. El tema de la alimentación pone de relieve, una vez más, las grandes diferencias existentes entre los países. Y así, mientras que en algunos no pueden cubrir sus necesidades más básicas, en otros, el exceso en la oferta de comida, el sedentarismo, el cambio en los hábitos de vida, los niveles de estrés y ansiedad, y/o los intereses de las industrias alimentarias, están contribuyendo a que el incremento de peso en la población adulta, e infanto-juvenil llegue a unos niveles incompatibles con la salud, que merman la calidad de vida de los pacientes y acorta sus esperanzas de vida.

En los últimos treinta años, según datos de la Organización Mundial de la Salud, la obesidad se ha duplicado en el mundo.

En los Estados Unidos de América y en Europa se considera que estamos alcanzando niveles de pandemia. Concretamente en España en población adulta tienen sobrepeso un 37% de personas y un 17% padecen obesidad. En población infantil los datos son, así mismo, desalentadores, un 30% de los niños españoles tienen sobrepeso y obesidad.

Sin embargo, parece que aún nuestra sociedad no ha tomado conciencia de los peligros que implican el sobrepeso y la obesidad. Para muchos todavía se trata simplemente de una cuestión estética, no se plantean que pueda ser un problema para la salud hasta que se encuentran con dislipemias, hipertensión, apnea del sueño, problemas cardiovasculares, diabetes tipo II, problemas en la movilidad, etc. que les llevan a poner en cuestión la forma de alimentarse. Para entonces muchos de ellos, tras fracasar con medios convencionales de adelgazamiento, tienen que someterse a una cirugía (cirugía bariátrica) que, llegado un momento, es la única solución para su problema.

Y así es, cuando el organismo ya no responde, el paciente debe aceptar el hecho de que la cirugía es una nueva oportunidad.

Los pacientes que trato en la Unidad de Sobrepeso y Obesidad de Monteprincipe así lo consideran. Para todos ellos la cirugía significa en sus vidas un antes y un después. No es que esté exenta de peligros o de «efectos secundarios». Decir esto sería negar lo evidente. Los pacientes hablan de caídas de cabello abundantes, sensación de cansancio, alimentos que sientan bien y mal, pieles que sobran, que cuelgan… Y tantas otras cosas que pueden llegar, en algunos casos, a estar mal.

Aún así no he escuchado a ninguno de ellos decir que se arrepienten de haber pasado por el quirófano porque, en contrapartida, pueden subir escaleras, andar sin fatigarse, cruzar las piernas, sentarse en la barra de un bar, entrar en un avión y no ser observados, correr detrás de sus hijos y ayudarles a atarse los cordones de los zapatos. Y algo muy importante: remiten o desaparecen todos sus problemas de salud.

El mundo del paciente obeso es muy especial. Las personas que conozco han sufrido tanto, que después de la cirugía y una vez pasadas las incomodidades propias del momento, sienten que vuelven a comenzar.

La pregunta sería ¿cuánto les dura esta sensación?

¿la cirugía es el paso definitivo en el proceso de recuperación?

¿la cirugía es el candado con el que se cierra una etapa de la vida?

Desgraciadamente no siempre, porque la obesidad sigue pesando y, además del daño físico, frecuentemente deja secuelas psicológicas.

En muchos casos, pasados unos meses desde la cirugía, cuando todo vuelve a la normalidad y los pacientes se están ajustando a su nueva talla, aparecen los mismos problemas que les llevaron al sobrepeso. De ahí la importancia de la intervención psicólogica.

Hay que tomar conciencia. La obesidad se debe a un cúmulo de cuestiones. ¿Factores genéticos? ¿Factores Ambientales? ¿Factores Familiares?….
Sobre todo, y en esto hay consenso en la comunidad científica, FACTORES PERSONALES. Cada ser humano deberá identificar qué parte de sí mismo está manteniendo su problema y esto, con ayuda profesional, lo podrá cambiar.

Los estudios no nos permiten asociar un tipo de trastorno emocional a la obesidad. Tampoco podemos hablar con rigor de una personalidad determinada en el obeso, ni atender a los tópicos clásicos del gordo feliz, del gordo sin voluntad, indolente, vago o tranquilo. Todos estos mitos se deben ir acabando. La obesidad, no es un trastorno mental, pero si la causa o consecuencia de múltiples desequilibrios emocionales.

¿Ser obeso lleva a padecer una depresión? ¿Es la depresión el origen de una alimentación desequilibrada que desencadene un sobrepeso excesivo?

Responder a estas preguntas es entrar en una circularidad de la que no terminamos de salir y que, en definitiva, no resuelve el problema. En cada sujeto, la obesidad será el agente causante o consecuente del malestar psicológico.

Me gustaría desde estas líneas trasmitir la idea de que para eludir dicho malestar, el seguimiento psicológico es imprescindible en el proceso de recuperación de los pacientes sometidos a cirugía barbárica y que se puede hacer mediante dos vías:

  • La psicoeducación para todos los pacientes, sea cual sea el factor que les ha llevado a su obesidad.
  • La psicoterapia para todos los pacientes que hayan llegado a la misma debido a problemas de salud mental: Trastorno de atracones, Síndrome de ingesta nocturna de alimentos, Depresión, Trastorno de ansiedad, etc. Para estos pacientes en concreto el tratamiento psicológico es imprescindible.

La psicoterapia, tal y como yo se la planteo, va dirigida a aprender a manejar el diálogo interno, reevaluar los mensajes que uno mismo se va dando y que alientan el desaliento. Lo verbal mediatiza, autolimita o da impulso.

Muchos seres humanos se atrapan en su propia verbalidad, en sus recuerdos del pasado y en sus anticipaciones del futuro, y su discurso privado les lleva a realizar acciones que cumplen una función: la de aliviar su tensión interna. En el caso de los obesos que necesitan psicoterapia, la comida ha cumplido esa función. Han aliviado su malestar psicológico, su soledad, aburrimiento, estrés, ansiedad o tristeza a través de la comida.

Contrariamente a lo que se podría pensar en principio el intento de controlar esa verbalidad, esa experiencia interna, es lo que puede potenciar acciones desajustadas que, como digo, cumplen una función de alivio. La propuesta terapéutica no es controlar, es aceptar que podemos pensar o sentir, pero que debemos aprender a decidir qué hacer después.

Los datos de nuestra Unidad avalan que los pacientes que han realizado el tratamiento psicológico postquirúrgico, han modificado los hábitos de la vida que les llevaron a ser obesos, no han boicoteado su cirugía, están realizando ejercicio y su calidad de vida ha mejorado en todos los sentidos. De ahí la necesidad e importancia del seguimiento psicológico.

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