Algunas voces dedicadas al tema del sobrepeso opinan que heredamos la tendencia a engordar. Evidentemente, el factor genético es uno más a tener en cuenta. Pero este componente no se perpetuaría si no fuera asociado a unos hábitos de vida inadecuados.
Si quienes crían a los niños, quienes son responsables de su alimentación y del equilibrio de su dieta, actúan de forma responsable, esos niños no se criarán en ambientes obesogénicos, en los que comer no es una necesidad, si no que llega a ser un entretenimiento.
La propuesta es, por tanto, sea cual sea el componente genético, crear ambientes moderados con respecto a la alimentación.
En la Unidad de Obesidad del Hospital Monteprincipe de Madrid, hemos realizado un estudio en el que se ha valorado la importancia que el ambiente ha tenido en nuestros pacientes.
Más del 35% de los componentes del mismo se criaron en ambientes permisivos con la comida. Algunos comentan haber vivido en una casa en la que había dos frigoríficos llenos de alimentos; otros recuerdan opíparas e inacabables cenas, rematadas con boles llenos de palomitas, patatas, frutos secos, o chocolates, helados y dulces que se consumían viendo una película antes de ir a la cama; también es frecuente oír la historia de «vamos a darnos un homenaje», una de las propuestas que realizan las madres obesas a sus hijas, perpetuando de esta manera el daño; o el mandato, a veces no dicho de «rebaña el plato, no dejes ni una pizca.»
Y así podríamos relatar un sin fin de anécdotas en las cuales a nuestros pacientes se les permitió y se les indujo al consumo de comida de forma desmesurada.
La noria del descalabro. Por falta de información, por dejadez, o por tradición, algunas familias subidas a la noria del sobrepeso, permiten, invitan e inducen a sus descendientes a dar vueltas en la misma dirección. Este juego patológico, lleva a las personas criadas en estos ambientes a tener serias dificultades para abandonar las acciones asociadas a la comida que aprendieron en su más tierna infancia.
A muchas de ellas les ha afectado en la autoestima y en todas ellas persiste la creencia de que están irremediablemente abocados al fracaso en su intención de adelgazar. Nos preguntamos por tanto ¿qué papel ocupa la genética en todo este dolor? No se sabe a ciencia cierta, pero lo que sí es seguro y está ampliamente contrastado, es que el ambiente de crianza afecta. Concretamente en nuestro estudio a casi un tercio de la muestra. Si extrapolamos nuestros resultados a la población general, llegamos a la conclusión de que debemos iniciar campañas de información y concienciación. De tal manera que al final el problema de » la tendencia a engordar» no sea el marco en donde encuadrar la foto de familia. Y en el caso de que esta tendencia exista, que esas familias sean proactivas y encuentren estrategias para solucionar su problema.